Esta analogía la hizo la consultora de tecnología Nadjia Yousif en su TED “Por qué deberíamos tratar a la tecnología como a un compañero de trabajo” y es muy pertinente.
Imagínese contratar a un ejecutivo de renombre, pagarle un salario extraordinario y luego ignorar sus recomendaciones y dejarlo al margen.
Aunque no tenga ningún sentido, eso es exactamente lo que sucede en muchas organizaciones. No entienden que la alta inversión en TI es sólo el primer paso y que, para que se traduzca en beneficios reales, es necesario tratar la tecnología con la misma consideración que se le daría a un ejecutivo de prestigio.
Es necesario integrarla al grupo.
¿Imaginas incluirla en el organigrama de tu empresa? Al principio puede parecer gracioso, pero poder visualizar claramente qué tecnologías están asociadas a qué funciones y líderes, puede resultar muy beneficioso.
Dicho ejercicio puede ayudar a responder preguntas importantes: ¿la tecnología se asigna de manera eficiente? ¿Quién lidera su implementación y gestión? ¿Existe un equilibrio adecuado entre las herramientas utilizadas y las personas responsables de ellas?
Este tipo de análisis puede conducir a ajustes que mejoren la interacción y la eficacia de las soluciones existentes de una empresa.
Tratar la tecnología como un colaborador significa ir más allá de la simple adquisición e implementación. Así como programamos sesiones de retroalimentación con los empleados, deberíamos hacer lo mismo con la tecnología.
Esto implica momentos regulares de revisión, análisis del desempeño y discusión de posibles mejoras. Este “café” con la tecnología no es sólo una oportunidad para resolver problemas, sino también para explorar nuevas posibilidades y asegurar que sigue satisfaciendo las necesidades de la empresa.
Al adoptar este enfoque, optimizamos la inversión realizada y creamos un entorno en el que todos los involucrados — proveedores, compradores, propietarios y usuarios — comparten la responsabilidad conjunta del éxito del proyecto.
Esta visión colaborativa e integrada es esencial para transformar la aplicación tecnológica en un verdadero activo estratégico.
Entonces te dejo con la pregunta: ¿tu empresa está dando a la tecnología el valor que se merece? ¿O lo dejas a un lado después de comprarlo?
La respuesta puede determinar el éxito de tus inversiones tecnológicas y, en consecuencia, el futuro de tu negocio.