Chao MTV, fin de una era (y el comienzo de otra)

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Paramount confirmó que el 31 de diciembre de 2025 se apagarán cinco señales musicales de MTV —MTV Music, MTV 80s, MTV 90s, Club MTV y MTV Live— en mercados como Reino Unido e Irlanda, con un plan de retiro que alcanza Europa y Brasil.

El canal principal seguirá, pero enfocado en realities y eventos. Es la despedida simbólica del “videoclip televisivo” como producto de programación lineal.

En este fin de época, hay varios elementos que vale la pena considerar. Lo primero es que vemos el paso de una marca cultural a una marca de entretenimiento.

MTV no solo emitía música: dictaba lenguaje, estética y pertenencia juvenil. Su giro sostenido hacia el reality consolidó audiencia, pero también diluyó propósito.

Lección para marcas en 2025: si la optimización de corto plazo (rating o clic) desanclaba el “para qué”, la relevancia se erosionaba, aunque los números resistieran.

Mantener un “norte editorial” era tan estratégico como el performance.

Asistimos al fin del videoclip como producto televisivo.

El videoclip no moría: migraba. YouTube y TikTok convirtieron la música en un stream infinito con buscador y recomendación personal. ¿Para qué esperar el bloque de las 18:00 si el algoritmo acertaba ahora?

La industria —marketing incluido— debía producir pensando en formatos nativos (vertical, corto, reutilizable) y en distribución algorítmica: SEO musical, metadata impecable, hooks en 3 segundos y “versión creador” para duetos y remixes.

La nostalgia y el rebranding mal gestionados. MTV pudo capitalizar su patrimonio con curatoría premium, archivo vivo y experiencias interactivo-nostálgicas.

En su lugar, el equity quedó atrapado en flashes y aniversarios.

Una marca patrimonial se reinventaba cuando convertía su legado en utilidad: playlists editoriales con sello, sesiones Unplugged nativas de plataformas, academias de creadores, y un estándar de discovery que competía en calidad, no en volumen.

La evidencia del apagado global de señales subrayaba la urgencia de esa reinvención.

El paso de los VJ a los influencers. Los VJ fueron los primeros product managers de tendencias. Hoy ese rol está distribuido en millones de creadores. El espíritu MTV vivía en ellos: cercanía, curatoría y comunidad.

Para las marcas que buscaban a la Generación Z, la jugada no era “comprar pauta”, sino co-diseñar formatos con creadores: entregables modulares, derechos claros para remix y medición por señales de comunidad (guardados, remixes, usos en UGC) más que por GRP.

Sin contenido propio, eres un commodity de distribución. Hoy los videos viven en múltiples canales (YouTube, TikTok, FAST, SVOD, redes) y el usuario arma su “grilla” con algoritmos.

En este entorno, lo que diferencia no es la antena, es el catálogo y los formatos propietarios.

Las plataformas que crecían en la región lo hacían combinando originales locales y modelos híbridos (suscripción y publicidad).

Para la TV de pago regional, la presión era doble: la penetración caía (del 42 % de los hogares en 2016 al 31 % en 2025 en Latinoamérica) y el usuario ya encontraba ese mismo contenido —o sustitutos— en múltiples apps.

El mensaje era claro: si un canal de cable se quedaba sin contenido exclusivo o sin formatos distintivos, se volvía intercambiable en un océano de plataformas.

Que MTV dejara de programar videoclips en TV no significaba que la música perdiera espacio; al contrario, el consumo crecía, pero la distribución se atomizaba.

El control remoto cambió de mano y está en el pulgar; la llave para abrirlo es tu propio contenido.

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