jueves, noviembre 20, 2025

Cripto 2030: la próxima frontera de la economía

El futuro de la criptografía en 2030 se centrará en cuatro ejes: la tokenización de RWA, la convergencia con la inteligencia artificial y la consolidación de blockchain como lenguaje universal.

Cuerpo Cuando fundamos Satoshi Tango, sabíamos que estábamos apostando a una transformación que recién estaba comenzando.

Hoy, más de una década después, miro hacia adelante y pienso en cómo será el mundo cripto en 2030. Lo que antes se percibía como una alternativa o una promesa futurista, pasará a ser parte del funcionamiento natural de la economía.

La criptografía, los contratos inteligentes y la tokenización ya no estarán confinados a nichos tecnológicos: estarán en el centro de nuestra vida cotidiana.

Y hay cuatro ejes que considero decisivos para entender cómo será ese futuro: la relación entre cripto y los activos tradicionales, el rol de los criptoactivos como medios de pago, la convergencia con la inteligencia artificial y el metaverso, y la consolidación de blockchain como un lenguaje universal de confianza.

Cripto y la compra de activos tradicionales

Durante años, los activos financieros y los inmuebles fueron dominios reservados a quienes podían afrontar trámites engorrosos, costos de intermediación y requisitos de capital.

En 2030, esto cambiará radicalmente. La tokenización transformará la compra y venta de activos tradicionales en procesos simples, rápidos y accesibles.

Imagino a una persona en Lima o en Córdoba comprando fracciones de un inmueble en Madrid o invirtiendo en un bono del Tesoro de Estados Unidos a través de un smart contract ejecutado en segundos.

Lo que hoy requiere escribanos, firmas y burocracia, dentro de cinco años se resolverá en minutos con plena trazabilidad.

Aquí entran en juego los Real World Assets (RWA). El concepto, aún en expansión, será una de las revoluciones más profundas de esta década.

Tokenizar bienes tangibles —un campo agrícola, un cuadro, una propiedad comercial— permitirá que cualquier inversor acceda a ellos de manera fraccionada y global.

Los RWA abrirán la puerta a una diversificación real, donde un estudiante podrá tener en su cartera una parte de un parque solar en Chile, acciones de una startup en México y una fracción de una obra de arte en París.

La inversión dejará de ser un privilegio para convertirse en una posibilidad inclusiva y escalable.

Cripto como medio de pago

Si bien hoy el uso de criptomonedas como medio de pago avanza de manera desigual, en 2030 será parte del paisaje cotidiano. Cripto será tan natural como usar una tarjeta de débito o un QR, con la ventaja de que funcionará de manera instantánea y sin fronteras.

Veo que el turismo internacional será un terreno donde esto se haga evidente: un viajero podrá pagar un café en Lisboa, un taxi en México DF y un pasaje de tren en Berlín con la misma wallet, sin fricciones cambiarias ni comisiones abusivas.

Los comercios físicos y digitales integrarán pasarelas de pago cripto como parte de su operatoria diaria. La experiencia de usuario será invisible: la persona simplemente pagará, sin importar si detrás hay pesos, dólares, euros o stablecoins.

El gran cambio será cultural: cripto ya no será “alternativo”, será lo más eficiente.

Inteligencia artificial, metaverso y cripto

El futuro no será únicamente financiero. La intersección entre inteligencia artificial, mundos virtuales y cripto es inevitable y definirá la próxima década.

En el metaverso, las economías serán nativas cripto: desde comprar terrenos digitales hasta adquirir experiencias creadas por algoritmos de IA.

La trazabilidad de la propiedad de estos bienes será posible gracias a blockchain, y el intercambio de valor será inmediato mediante tokens.

Pero el cambio va más allá de lo digital. Imagino un asistente de IA que negocie en tiempo real en nombre de su usuario en un marketplace global, adquiriendo tanto productos virtuales como físicos y cerrando operaciones en segundos con criptomonedas.

La convergencia IAcripto no será un concepto futurista, será una rutina de productividad y consumo.

Este triángulo —IA, metaverso y cripto— será además el espacio donde emerjan nuevas industrias: desde entretenimiento hasta salud, desde educación hasta comercio.

La forma en que generamos, consumimos y validamos valor se verá reconfigurada en un ecosistema descentralizado y automatizado.

Blockchain como lenguaje universal

En 2030, blockchain dejará de ser percibido como una tecnología emergente para convertirse en un lenguaje universal de confianza.

Así como el inglés se consolidó como idioma global de los negocios, blockchain será el estándar que garantice autenticidad e identidad en cualquier transacción, más allá de fronteras y sistemas legales.

No será solo la economía la que se apoye en este entramado. Gobiernos, universidades, hospitales, ONGs y empresas de todos los tamaños utilizarán blockchain para registrar datos, certificar procesos y garantizar trazabilidad.

Desde diplomas universitarios hasta historiales médicos, pasando por cadenas de suministro y contratos laborales, todo estará validado en tiempo real y sin posibilidad de manipulación.

La fuerza de blockchain no será técnica, será cultural. Ya no hablaremos de “usar blockchain”, del mismo modo que hoy no hablamos de “usar internet”: simplemente será parte de la infraestructura invisible que sostiene la vida moderna.

La visión de 2030 no es un sueño futurista, es un proceso que ya comenzó y que se acelera día a día.

Desde nuestro lugar siempre entendimos que cripto no era solo especulación financiera, sino un cambio estructural en la forma en que entendemos el valor y la confianza.

El desafío de los próximos cinco años será gestionar esta transición con responsabilidad: fomentar la educación financiera, impulsar marcos regulatorios inteligentes y asegurar que la innovación beneficie a la mayor cantidad posible de personas.

Cripto, IA, metaverso y blockchain no son tecnologías aisladas: son engranajes de un nuevo sistema.

Y cuando se articulen plenamente, veremos cómo lo descentralizado se integra a lo cotidiano, cómo lo digital y lo físico se fusionan, y cómo la confianza deja de depender de intermediarios para descansar en la solidez de la tecnología.

Matías Bari
Matías Bari
CEO de Satoshi Tango.
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