En 2023, estudios académicos y reportes institucionales, entre ellos el índice del BID, posicionaron a Córdoba Capital en el nivel más alto de ciudad inteligente regional. Fue un logro relevante en términos de indicadores.
Sin embargo, a dos años de aquel hito, reviso esa etiqueta con profundidad. La inteligencia urbana no debería medirse por sensores o aplicaciones, sino por la capacidad real para resolver los problemas de los vecinos.
La pregunta emerge con fuerza: ¿Córdoba es verdaderamente una ciudad inteligente o simplemente un municipio altamente tecnologizado? En materia de digitalización, los avances son innegables.
La plataforma Vecino Digital (VeDi) ya supera los cien trámites habilitados. Esta autogestión digital se encuentra a la altura de grandes ciudades de la región y responde a una implementación tecnológica bien orientada.
El problema aparece al analizar qué ocurre después del clic. La mayor parte de los reclamos en VeDi se concentra en servicios básicos: alumbrado público, semáforos y el estado de las calles.
Son problemas esencialmente analógicos. Existe una oportunidad estratégica: usar la tecnología no solo para canalizar reclamos, sino para sistematizar respuestas y automatizar procesos que rompan la percepción de falta de soluciones.
Córdoba cuenta con una red de semáforos inteligentes desde hace más de veinte años. No obstante, el volumen de datos que generan está desaprovechado. Aplicar esquemas dinámicos de sincronización permitiría una circulación más fluida.
Hoy es técnicamente viable implementar sistemas de monitoreo mediante visión computacional y drones. Esto permitiría un mantenimiento preventivo del pavimento en lugar de la reparación reactiva habitual.
En 2017, durante una licitación en Suecia, participé en el diseño de un sistema de emergencias inteligente con despacho automático y ruteo optimizado. En 2025, estas tecnologías están aún más maduras y accesibles.
Lo que falta no es tecnología, sino integración y ejecución orientada a resultados. La capital hoy es la primera ciudad digital del país impulsada por CiDi, LED y políticas de conectividad.
Pero el reclamo de los vecinos sigue siendo el mismo: la falta de respuesta efectiva. Resolver un trámite con celeridad y trazabilidad es lo que transforma la tecnología en inteligencia real.
Para ser verdaderamente inteligente, la ciudad debe dejar de contar trámites habilitados. Debe empezar a contar vecinos satisfechos con soluciones concretas a problemas que la tecnología promete, pero aún no entrega.
