viernes, septiembre 12, 2025

Economía de Datos: el nuevo petróleo del sistema financiero

La economía de datos está redefiniendo el sistema financiero en América Latina, donde el uso estratégico de APIs, big data y fintechs abre paso a un modelo más inclusivo, sostenible y humano.

En mis años navegando el ecosistema fintech latinoamericano, he sido testigo de una transformación que fue mucho más allá de la simple digitalización de servicios financieros.

Estamos presenciando el nacimiento de una nueva economía: la economía de datos. Y al igual que el petróleo transformó las economías del siglo XX, los datos redefinieron completamente el panorama financiero del siglo XXI, especialmente en una región tan diversa y llena de oportunidades como América Latina.

Cuando me incorporé a Coinscrap Finance como head of Business Development para Latinoamérica, una de las primeras cosas que me llamó la atención fue la paradoja que enfrentamos en la región.

Por un lado, tenemos más de 3.000 startups fintech operando en 26 países, con un crecimiento del 340% entre 2017 y 2023.

Por otro lado, solo el 54,4% de los latinoamericanos tenía acceso a una cuenta bancaria, y únicamente el 18% ahorraba en instituciones formales.

Esta brecha no fue solo un desafío; fue la mayor oportunidad de nuestra generación para democratizar el acceso financiero a través del poder de los datos.

El despertar de un gigante dormido

Latinoamérica se despertó como un gigante en la economía global de datos financieros.

Se esperaba que superara los 380 millones de usuarios fintech para 2025, con más de 415 millones de usuarios de pagos digitales ya activos en la región.

Pero lo que realmente me emocionaba no fueron solo las cifras de adopción, sino la sofisticación con la que aprovechamos estos datos para crear valor real.

Tomemos el ejemplo de Brasil, que logró 4.800 millones de llamadas API exitosas en un solo mes, cuadruplicando las cifras del Reino Unido.

Esto no fue casualidad; fue el resultado de una visión estratégica que entendió que los datos no eran solo información, sino el combustible de la innovación financiera.

El sistema Pix, por ejemplo, no solo revolucionó los pagos instantáneos, sino que creó un ecosistema de datos que permitió a las instituciones financieras entender mejor los patrones de consumo y comportamiento de sus usuarios.

La alquimia de convertir datos en oro

En Coinscrap Finance, desarrollamos COCO CO2, una herramienta que ejemplificó perfectamente esta alquimia moderna.

Nuestra tecnología tomó algo tan básico como una transacción bancaria y la transformó en información valiosa sobre la huella de carbono del usuario.

Cada vez que un usuario compraba gasolina, iba a un restaurante o pagaba una factura de servicios públicos, generaba datos que, al procesarse inteligentemente, revelaban patrones de comportamiento, preferencias de consumo, capacidad de pago y hasta su compromiso con la sostenibilidad.

Esta información, tratada con la debida privacidad y seguridad, se convirtió en la base para productos financieros más personalizados, evaluaciones de riesgo más precisas y experiencias de usuario más relevantes.

Lo que me fascinó de trabajar en esta región fue cómo las empresas latinoamericanas adoptaron enfoques únicos para la monetización de datos.

Mercado Pago, por ejemplo, triplicó la recepción de remesas digitales en 2025, aprovechando no solo los datos de transacciones, sino también los patrones migratorios y las necesidades específicas de las comunidades latinoamericanas en el extranjero.

Las APIs: la infraestructura invisible de la nueva economía

Si los datos fueron el nuevo petróleo, entonces las APIs fueron los oleoductos de esta nueva economía.

El 28% de los líderes de la industria consideró que las APIs tendrían un rol fundamental a medida que avanzaban las finanzas abiertas y el Banking as a Service.

En eventos como el AI For Developing Countries Forum, tuve la oportunidad de discutir con colegas de todo el mundo sobre cómo diferentes regiones abordaban la economía de datos.

México, por ejemplo, se posicionó como pieza clave en la conversación de Open Banking en la región.

Un caso destacado fue Konfio, una fintech mexicana que aprovechó Open Banking para ofrecer créditos a PYMEs.

Mediante el uso de APIs bancarias, Konfio obtuvo información financiera de los usuarios de forma segura y con consentimiento, lo que le permitió evaluar mejor su capacidad crediticia y otorgar préstamos personalizados en tiempos muy reducidos.

Este enfoque amplió notablemente el acceso al financiamiento para negocios que, de otra forma, tendrían dificultades con los procesos bancarios tradicionales.

La democratización del análisis financiero

Una de las transformaciones más emocionantes que presencié fue cómo la economía de datos democratizó el análisis financiero.

Tradicionalmente, solo las grandes instituciones tenían acceso a herramientas sofisticadas de análisis de datos.

Hoy, una pequeña fintech en Bogotá, Ciudad de México o São Paulo pudo acceder a las mismas capacidades de inteligencia artificial y machine learning que utilizaban los bancos más grandes del mundo.

El 97,2% de las organizaciones invirtieron en big data y AI en 2025, y el mercado global de big data se proyectó alcanzar u$s 450 billones para 2030.

Un banco en Colombia utilizó insights para ofrecer hipotecas verdes, donde la tasa de interés se ajustaba basándose en el comportamiento sostenible del usuario.

Una aseguradora en México desarrolló pólizas personalizadas que consideraban no solo el perfil de riesgo tradicional, sino también los patrones de movilidad y consumo del cliente.

El factor humano en la economía de datos

En medio de esta revolución tecnológica, no podemos perder de vista el factor humano.

Los datos, por más sofisticados que fueran los algoritmos que los procesaban, siguieron siendo representaciones de comportamientos, necesidades y aspiraciones humanas.

Nuestra región se caracterizó por la diversidad cultural, económica y social.

Un usuario en las favelas de Río de Janeiro tuvo necesidades financieras muy diferentes a las de un profesional en Polanco, Ciudad de México, o un emprendedor en Medellín.

Durante mis años en el sector financiero, liderando equipos e iniciativas comerciales en fintech y banca empresarial, aprendí que la tecnología más sofisticada del mundo no servía de nada si no entendía y respondía a las necesidades reales de las personas.

Navegando el laberinto regulatorio

Uno de los aspectos más complejos de la economía de datos en el sector financiero fue el marco regulatorio.

Brasil trabajó en una taxonomía nacional de finanzas sostenibles que se esperaba para 2025, mientras que México actualizó su Ley General de Cambio Climático para incluir regulaciones más estrictas sobre emisiones.

La regulación de inteligencia artificial llegó a Latinoamérica, y las empresas que se adelantaron a estos cambios tuvieron una ventaja competitiva significativa.

Nosotros invertimos considerablemente en asegurar que nuestras herramientas cumplieran con los estándares más exigentes, incluyendo la certificación TÜV para COCO CO2.

Latinoamérica pudo liderar la economía de datos: con una población joven y digital, un ecosistema fintech en crecimiento, regulaciones que evolucionaban y diversas necesidades que impulsaban la creatividad.

A diferencia del petróleo del siglo XX, que generó dependencias y problemas, la economía de datos permitió construir un sistema más inclusivo, sostenible y humano.

Diego Romero Tuccio
Diego Romero Tuccio
Head of Business Development Latinoamérica, Coinscrap Finance.
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