La irrupción de la inteligencia artificial (IA) en el ámbito laboral está redefiniendo el concepto de empleo.
El mercado atraviesa una transición que, para muchos, se percibe desigual y hasta cruel: la capacidad de la IA para reducir puestos de trabajo parecería superar con creces la velocidad a la que se generan nuevas oportunidades asociadas a esta tecnología.
Este desajuste no solo genera inquietud, sino también una presión económica y social considerable, especialmente sobre quienes intentan reinsertarse o recién comienzan su carrera profesional en un mercado que, lejos de expandirse, parece encogerse peligrosamente.
Las cifras recientes confirman la tendencia. En Estados Unidos, la ola de despidos está en alza, con más de 806.000 recortes de empleo anunciados en lo que va de 2025, la cifra más alta para este período desde 2020, según datos de Challenger, Gray & Christmas.
Durante los primeros tres trimestres del año, las empresas informaron cerca de un millón de recortes, el total más alto desde 2020 y el quinto más elevado en los 36 años que esta consultora lleva publicando datos.
Lo que diferencia este período es la causa explícita de muchas reducciones. A septiembre de 2025, los recortes atribuidos directamente a la inteligencia artificial ascendieron a 17.375, a los que se suman 20.219 por “actualizaciones tecnológicas”, que probablemente incluyen la implementación de IA. Mientras tanto, la valoración corporativa sigue creciendo, pero el empleo se contrae.
El siguiente gráfico muestra la brecha que se ha generado desde el lanzamiento de ChatGPT, entre la valoración de mercado de las empresas que componen el SP500 y las nuevas solicitudes de empleo en el mismo mercado.

Mientras las compañías se suman a esta “era de eficiencia de la IA”, optando por más recortes y menos contrataciones, la creación de empleo no logra seguir el ritmo.
Eduardo Laens, CEO de Varegos y docente universitario especializado en IA y autor del libro Humanware dijo que «la irrupción de la Inteligencia Artificial (IA) en el ámbito laboral está redefiniendo forzadamente el concepto de empleo. Estamos inmersos en una transición del mercado que, a ojos de muchos, se siente desigual y hasta cruel: la capacidad de la IA para reducir puestos de trabajo parecería superar con creces la velocidad a la que se están generando las nuevas oportunidades asociadas a esta misma tecnología. Este desajuste no solo genera una inquietud generalizada, sino que también ejerce una presión económica y social considerable, especialmente sobre aquellos que intentan reinsertarse o, peor aún, aquellos que recién comienzan su camino profesional en un mercado que, lejos de expandirse, parece encogerse peligrosamente«.
El World Economic Forum, en su informe Future of Job, que dedica un apartado a Argentina, proyecta que para 2030 el porcentaje de tareas humanas reemplazadas por tecnología crecerá un 76%, pasando del 26% actual al 45%. En el extremo opuesto, solo un 29% de las tareas operativas serían ejecutadas exclusivamente por humanos.

La transición afecta con mayor dureza a dos grupos vulnerables: los trabajadores desplazados y los recién graduados universitarios. Los primeros enfrentan el desafío de encontrar empleos que no sean reemplazados por la próxima ola de automatización.
Los economistas de Goldman Sachs estimaron que la IA podría desplazar temporalmente entre el 6% y el 7% de la fuerza laboral estadounidense si se adopta ampliamente. Incluso bajo las proyecciones más conservadoras, alrededor del 2,5% del empleo estaría en riesgo.
«En resumidas cuentas, la promesa de que la IA creará más trabajos de los que destruye sigue siendo, por ahora, una promesa de largo aliento que contrasta con la realidad inmediata de los despidos y la falta de oportunidades para las nuevas generaciones. El desafío para la sociedad, las empresas y las instituciones educativas es mitigar el impacto de esta transición, proporcionando las herramientas de reconversión necesarias para los desplazados y asegurando que la «fluidez en IA» se convierta en un motor de creación de valor que beneficie, y no excluya, a las nuevas oleadas de talento. Mientras la adopción completa de la IA se juega, la potencial disrupción laboral y la identidad de los trabajos que serán desplazados sigue siendo una pregunta abierta. Lo que es incuestionable es que la urgencia de adaptarse es inminente«, completó Laens.
El mismo informe del Foro Económico Mundial muestra una doble lectura. En términos porcentuales, los roles tecnológicos son los de mayor crecimiento: Big Data, Fintech y AI ocupan los tres primeros lugares.
Sin embargo, en números absolutos, las mayores expansiones corresponden a empleos manuales en el agro y fábricas, seguidos por conductores de vehículos medianos y servicios de delivery, sectores asociados a Uber y Amazon que no requieren formación académica.
Históricamente, el desempleo causado por tecnologías que ahorran mano de obra ha sido “friccional” y temporal, desapareciendo a medida que surgen nuevas ocupaciones.
Aproximadamente el 60% de los trabajadores actuales desempeñan oficios que no existían en 1940, lo que implica que más del 85% del crecimiento del empleo desde entonces provino de la creación de nuevos puestos impulsados por la tecnología.
Sin embargo, el panorama para los jóvenes profesionales es preocupante. Se habla de una “compresión generacional” (generational squeeze): la IA está reduciendo las oportunidades de los recién graduados, ya que los roles de nivel inicial son los más afectados por la automatización de tareas rutinarias.
Firmas como McKinsey han implementado miles de agentes de IA para realizar tareas que antes hacían trabajadores junior. Según Tristan L. Botelho, de Yale, gran parte de ese trabajo de nivel inicial es intensivo en conocimiento: recopilar, transcribir datos y armar visualizaciones básicas, tareas que la IA puede ejecutar “bastante bien”.
No es raro escuchar a gerentes decir: “Podemos reducir nuestra plantilla de nivel inicial”. Esto se refleja en los datos: las ofertas de empleo de nivel inicial cayeron un 15% interanual en la plataforma Handshake, mientras que el número de empleadores que mencionan “IA” en sus descripciones de trabajo aumentó un 400% en dos años.
Casi la mitad de los solicitantes de empleo de la Generación Z en EE. UU. cree que la IA ha devaluado sus títulos universitarios.
La tasa de desempleo para ellos llegó a 6%, frente a un promedio nacional de 4%. En el sector tecnológico, el desempleo entre jóvenes de 20 a 30 años subió casi tres puntos desde principios de 2025.
Expertos señalan que esta crisis de oportunidades se da en un contexto económico más amplio de desaceleración, lo que dificulta aislar el efecto directo de la IA.
A corto plazo, la reducción de contrataciones iniciales puede tener sentido financiero, pero a largo plazo podría resultar contraproducente, ya que las empresas corren el riesgo de perder el talento que nutrirá su futura línea de liderazgo.
En conclusión, la promesa de que la IA creará más empleos de los que destruye sigue siendo una expectativa a largo plazo, contrastante con la realidad actual de despidos y falta de oportunidades para las nuevas generaciones.
El desafío para las empresas y los gobiernos será mitigar los efectos de esta transición, facilitar la reconversión laboral y promover la “fluidez en IA” como una herramienta de inclusión y crecimiento.