Los proyectos no fallan por la tecnología: fallan porque la organización no está preparada para cambiar.
En efecto, según cifras de OLIVIA, más del 50% de los proyectos tienen éxito cuando se apoyan en datos certeros y cuando la gestión del cambio se enfoca en las personas.
De esta manera, el nuevo KPI de éxito pasa a ser la capacidad de adaptación, tanto individual como organizacional.
Con datos y analítica, el cambio deja de ser una gestión reactiva y se transforma en inteligencia adaptativa.
Antes, los procesos de cambio se basaban principalmente en comunicar y capacitar. En la actualidad, las organizaciones cuentan con herramientas de inteligencia artificial, inteligencia aplicada y neurociencia para comprender mejor cómo reaccionan las personas ante la transformación.
El nuevo paradigma del cambio se apoya en People Analytics más IA, algoritmos predictivos y clústeres adaptativos que permiten modelar una red de cambio.
Este enfoque ayuda a identificar con precisión quién influye, quién bloquea y quién activa el proceso dentro de la organización.
La IA permite detectar tempranamente las distintas dimensiones de impacto, reducir riesgos y ejecutar de manera proactiva decisiones vinculadas a roles, competencias, capacitación y comunicación.
De este modo, es posible anticipar comportamientos de adopción y sugerir intervenciones específicas, agrupando personas según su mentalidad y nivel de agilidad.
Lo central es comprender que el cambio no es técnico, sino cultural. Invertir en gestión del cambio implica invertir en la capacidad de adaptación de la compañía.
La adaptabilidad se convierte así en el nuevo ROI de cualquier proyecto. La tecnología puede acelerar el cambio, pero son las personas quienes lo sostienen en el tiempo.
Para levantar una verdadera cultura del cambio se requiere un enfoque estructurado que priorice a las personas: crear sentido de urgencia, formar un equipo líder, comunicar una visión clara y una hoja de ruta, eliminar obstáculos y asegurar victorias tempranas que permitan anclar el cambio en la cultura.
Solo así es posible transformar la resistencia en adopción, a través de liderazgo transformacional y de la escucha activa de los empleados, haciendo del cambio parte de la identidad organizacional.
