Hace unas semanas, Chile vivió elecciones presidenciales y con ello, predicciones electorales que aseguraron escenarios, que no ocurrieron en su totalidad.
Tres de las cinco principales encuestas del país fallaron y no vieron el escenario completo que finalmente se dio.
Y aunque sabemos que las proyecciones influyen en cómo votamos —una de cada tres personas reconoce que una encuesta ha cambiado su decisión— cuando la realidad contradice el pronóstico, de todas formas, no pasa nada.
Se sigue midiendo, se sigue fallando y el ciclo continúa.
Pero esto de predecir no solo es tema de la política y elecciones. En el mundo financiero ocurre lo mismo. Existen los Tipsters, concepto aplicado para los especialistas en apuestas deportivas, pero que aplica a la industria financiera también. Son quienes entregan señales “infalibles” y supuestas certezas que muchos siguen sin cuestionar.
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Cuando aciertan, lo celebran como triunfo. Cuando se equivocan, que suele ser la mayoría de las veces, editan, borran o simplemente miran hacia otro lado. Y otra vez, no pasa nada.
¿Pero qué sí pasa con esto? La confianza se deteriora. Cuando no puedes verificar lo que te prometen, cuando los errores se ocultan y las predicciones se muestran algo “maquilladas”, que sucede en todo ámbito, confiar se vuelve un acto ingenuo.
Y en decisiones que comprometen el patrimonio, el negocio o el futuro financiero, la confianza no se tranza: es la base de todo.
No trastoquemos aquello que nos moviliza y no entreguemos falsas luces que involucran cambios de conducta y que impactan decisiones actuales sobre un futuro que todos, desde el ámbito político o financiero, esperamos que sea siempre mejor.
Las especulaciones siempre existirán, pero hoy, en medio de un mundo cargado de IA y en el contexto chileno, ad portas de elecciones presidenciales, así como existe la facilidad de crear contenidos falsos, también existen las herramientas para corroborar la información.
Mostrar datos reales, validar información, transparentar aciertos y errores, y evitar esa lógica de prometer humo que tanto nos daña.
Cuando se trata de futuro, ¡ahí sí debe pasar de todo! La confianza solo se construye cuando alguien se atreve a decir la verdad completa y se hace cargo del error sin ocultarlo.
