La inteligencia artificial es una realidad en las organizaciones. En consecuencia, la gran pregunta que surge es: ¿Podemos liderar este cambio sin perder lo humano? ¿Cómo incluimos a los colaboradores?
Más allá del desafío tecnológico que esto implica, el principal reto para su exitosa implementación y aprovechamiento corporativo es fundamentalmente humano.
Entonces, ¿Cómo liderar este proceso de cambio sin perder de vista el bienestar, el vínculo y el sentido de las personas que forman parte de las organizaciones?
Una encuesta realizada por Great Place To Work mostró que el 78% de los participantes ya está incorporando herramientas de IA en sus organizaciones. La tecnología está, el cambio está en marcha, pero ¿Qué pasa con la cultura?
Transformación digital con enfoque humano
Para que una transformación digital sea verdaderamente sostenible necesita de personas comprometidas y líderes presentes, porque incorporar tecnología es, ante todo, una transformación cultural.
En este contexto, el liderazgo juega un rol decisivo donde el primer paso es reconocer que los equipos no transitan los cambios desde lo técnico, sino desde lo emocional.
Aparecen dudas, miedos y resistencias, y es ahí donde el líder debe actuar como un guía: alguien que acompaña, escucha, genera confianza y construye sentido.
Encarar una transformación digital con enfoque humano implica poner el bienestar de las personas por delante, ofrecerles espacios para expresar sus inquietudes y ayudarlas a visualizar el propósito detrás de los cambios.
“La transformación digital solo es sostenible si pone a las personas en el centro”, afirmó Jimena Ferreño, directora de TR Consultores, empresa Certificada por Great Place To Work. La incorporación de tecnología en el trabajo cotidiano, y más cuando es del peso e incidencia de la IA, exige una nueva mentalidad y el liderazgo es clave para acompañarla.
Bienvenido el error
En las organizaciones atravesadas por la inteligencia artificial, liderar significa comprender lo esencial, es decir, cómo alinear el uso de la tecnología con la visión y el propósito de la empresa.
Adoptar un mindset digital es tener la capacidad de leer el contexto, entender el impacto estratégico de la IA y acompañar su integración de forma consciente, participativa y humana. Se trata de motivar, abrir camino e invitar al equipo a involucrarse.
Para eso, el líder necesita empoderar a sus colaboradores dándole margen para explorar, equivocarse y volver a intentar. Porque es solo a través de la experiencia propia que se construye una verdadera cultura de aprendizaje.
En este proceso, la IA no reemplaza al trabajo humano, lo complementa al liberar tiempo y potenciar la gestión. Sin embargo, el valor diferencial sigue siendo el mismo: la mirada crítica, la empatía y la capacidad de tomar decisiones con criterio. Eso, por ahora, solo lo sabemos hacer las personas.
Brindar seguridad
Para que la inteligencia artificial se convierta en una aliada estratégica y no en una fuente de temor o resistencia, es necesario que las personas se sientan seguras para explorarla. Eso solo ocurre cuando el entorno promueve la confianza y el aprendizaje.
Al empoderar a los colaboradores en este plano, les habilitamos espacios para que puedan involucrarse y fallar. Así es como se construye una cultura viva de aprendizaje continuo.
”Empoderar es dar la posibilidad de adentrarse en un mundo distinto, conocerlo, equivocarse y volver a intentarlo”, sentenció Ferreño. Y es justamente ese recorrido el que permite incorporar la IA como una herramienta potente para el trabajo cotidiano.
La inteligencia artificial no reemplaza al talento humano, lo potencia. ¿Cómo? Al automatizar procesos, mejorar la eficiencia y dejar lugar para enfocarse en lo que realmente importa.
De todos modos, el verdadero valor reside en las personas. En su capacidad de conectar, discernir, sentir y en la confianza que les damos para desplegar todo ese poderío.
Como se ve, la incorporación de la IA a las empresas no es algo automático. No se trata de apretar un botón y ya comenzar a utilizarla.
Es, más bien, un proceso, y como todo proceso requiere de tiempo, estímulos positivos y un liderazgo que acompañe, respalde y sea empático.