En un contexto económico marcado por la incertidumbre, la planificación estratégica aparece como una de las herramientas más postergadas en las empresas argentinas.
Un estudio de la Universidad Nacional de Cuyo reveló que el 60% de las organizaciones no realiza planificación estratégica de forma sistemática, mientras que el 21% de los encuestados jamás había escuchado el concepto.
El dato cobra relevancia en un país donde los ciclos económicos cortos tienden a desalentar la visión de largo plazo. Pero los expertos son claros: sin planificación, no hay futuro.
La planificación estratégica ya no es una herramienta de largo plazo relegada a los momentos de estabilidad: hoy es una brújula activa, vital y adaptativa para organizaciones que desean mantenerse relevantes y sostenibles.
Según los resultados del estudio académico de la Universidad de Cuyo, un 33% considera que planificar no es necesario en contextos cambiantes, lo que para los especialistas es una lectura errónea del entorno.
“Creemos que parte de esta distorsión radica en seguir viendo la planificación como un ejercicio burocrático, desvinculado del día a día de la organización. En cambio, proponemos un abordaje a partir de nuestra metodología y herramienta Future Search, que permite alinear múltiples miradas para co-construir un futuro deseado y posible”, comentó Ignacio Martinez Escalas, Head de Integralis Consulting.
“Esta práctica se alinea directamente con objetivos claros, prioridades compartidas y KPIs accionables de largo, mediano y corto plazo. Así, el propósito deja de ser un cartel en la pared y se convierte en criterio operativo, ajustable en las distintas dimensiones temporales según impactos del contexto/mercado en el que las organizaciones operan”, añadió.
Un problema de cultura empresarial y formación
Otro dato preocupante que arrojó el informe es que el 51% de los responsables de planificación tienen formación técnica pero carecen de habilidades estratégicas profundas, lo que sugiere una brecha crítica entre el diseño y la ejecución de planes.
La situación se agrava en empresas familiares o pymes que, por falta de tiempo o recursos, operan con una lógica de urgencias. “El problema no es solo la falta de planificación, sino la creencia de que no hace falta. Y eso es cultura organizacional”, agregan desde Integralis Consulting.
Para la consultora, el 2025 se perfila como un año bisagra donde las organizaciones que no profesionalicen sus decisiones quedarán fuera del mapa competitivo.
Frente a este panorama, Integralis propone un enfoque que combina diagnóstico, reflexión colectiva y acompañamiento estratégico para que la planificación deje de ser un documento olvidado en un cajón. Permite dar claridad y dirección incluso en entornos volátiles:
- Propósito como ancla: En medio de la turbulencia, el propósito organizacional
funciona como un faro. Reenfocar la estrategia en torno al «para
qué» colectivo permite que cada decisión estratégica tenga
coherencia. - Escucha y cocreación: La planificación ya no puede ser un ejercicio de cúpula.
Incluir voces diversas ayuda a anticipar tensiones, captar señales desde
el terreno y fortalecer el compromiso interno. - Priorización con base en impacto: En contextos desafiantes, no se puede hacer todo. Una
estrategia sólida exige aprender a decir que no. - Agilidad en la revisión: El plan no debe quedar archivado. Su verdadero valor está
en ser una plataforma de conversación constante. Integralis recomienda
revisiones trimestrales que crucen avances, aprendizajes emergentes y
nuevos escenarios.
“Planificar no es llenar un PowerPoint. Es tomar decisiones con criterio, con visión compartida, y con capacidad de adaptación”, concluyó Martinez Escalas.
De cara al año próximo, las organizaciones que logren profesionalizar su proceso estratégico estarán mejor posicionadas para responder a los desafíos. El llamado es claro: la planificación no es una opción, es una herramienta de supervivencia.