La interoperabilidad de las fichas clínicas dejó de ser una meta a largo plazo para convertirse en una necesidad impostergable dentro del sector salud.
Especialistas y autoridades, como la ministra de Salud Ximena Aguilera, han coincidido en que un sistema integrado no solo mejora la calidad de la atención, sino que también garantiza respuestas más oportunas, optimiza el uso de los recursos y fortalece el derecho a la salud de la población.
Este debate adquiere mayor urgencia en un contexto donde más de 2,5 millones de personas se encuentran actualmente en lista de espera, según datos del Ministerio de Salud.
Esto representa un incremento del 12 % en comparación con 2023, y responde a factores estructurales como problemas de gestión y baja productividad, más allá del signo político del gobierno de turno.
Avances legislativos
En 2023, Chile dio un paso fundamental: tras un largo proceso legislativo, se promulgó la Ley de Interoperabilidad de Fichas Clínicas, que comenzará a regir a partir de septiembre de este año.
Esta normativa permitirá que prestadores públicos y privados compartan de forma segura y eficiente la información médica de los pacientes.
Este avance tiene el potencial de reducir la duplicación de exámenes, disminuir costos y mejorar la experiencia del usuario del sistema de salud.
Sin embargo, para que esto suceda, no basta con conectar sistemas: es crucial implementar protocolos de seguridad, garantizar la protección de los datos clínicos y establecer estándares que aseguren su calidad y correcto flujo.
Oportunidad de transformación
La tecnología que permite esta interoperabilidad ya existe. El desafío está en implementarla de manera eficaz y coordinada, generando un impacto real en la atención, el diagnóstico y los tratamientos.
Este objetivo se alinea con el espíritu de la histórica iniciativa SIDRA, impulsada hace casi dos décadas por el Ministerio de Salud, que buscaba justamente integrar la información clínica en beneficio de los pacientes.
Hoy se necesita un modelo de salud que responda mejor a las necesidades de la población, optimizando los recursos disponibles.
Para lograrlo, es indispensable que el sector público, la academia y el mundo privado trabajen juntos para abordar retos como la baja productividad, la capacitación del personal clínico y el desarrollo de políticas de prevención.
Colaboración para un cambio real
El éxito de esta normativa dependerá del compromiso de todos los actores del ecosistema. Cada uno debe aportar desde su experiencia y visión para construir un sistema de salud más justo, eficiente y centrado en las personas.
La colaboración es clave para aprovechar las oportunidades que ofrece la tecnología, y para dar un salto de calidad en la forma en que se gestiona la salud en el país.
El llamado es claro: avanzar juntos para que la interoperabilidad no sea solo una promesa, sino una realidad tangible que transforme positivamente la vida de millones de chilenos.