sábado, septiembre 6, 2025

Transformación digital sin humo: ¿por dónde empezar la digitalización empresarial?

Muchas compañías enfrentan discursos abstractos sobre transformación digital. El reto real está en aplicar pasos prácticos y medibles que fortalezcan su competitividad.

Últimamente, hablar de transformación digital se ha vuelto un lugar común.

Cada semana aparecen nuevas tecnologías, plataformas o metodologías que prometen revolucionar la manera en que trabajamos y colaboramos.

Sin embargo, muchas empresas se sienten abrumadas y terminan atrapadas en discursos llenos de humo sobre la transformación digital, alejados de la realidad cotidiana de su operación.

Datos del Informe de Madurez Digital 2025 de EY destacaron que las compañías mexicanas registraron un avance del 41,7% en su proceso de digitalización, muy por debajo del 70% que se considera ideal para operar de manera competitiva en el escenario corporativo.

Esto se posicionó más allá de una brecha tecnológica; fue una brecha estratégica y cultural.

Ante este escenario, la transformación digital no debía ser un concepto abstracto, sino un proceso práctico, gradual y medible.

La pregunta clave fue: ¿por dónde empezar?

A continuación, se presentan 8 pasos para iniciar el camino hacia la digitalización de un negocio:

Definir la visión y objetivos de negocio. Este primer paso no es tecnológico, sino estratégico. Antes de hablar de digitalización se debía responder qué se quería lograr, como, por ejemplo:

  • Reducir costos y mejorar la eficiencia.
  • Incrementar la satisfacción y fidelización del cliente.
  • Innovar en productos o servicios.
  • Abrir nuevas líneas de ingresos.

Esa visión serviría de brújula para todos los esfuerzos digitales.

Diagnóstico del estado actual de la organización. Fue clave hacer un mapeo de los procesos, las capacidades tecnológicas, la madurez digital y la cultura organizacional. Un diagnóstico honesto permitió priorizar esfuerzos y no caer en inversiones innecesarias.

Optimizar procesos antes de digitalizar. Se debía identificar los procesos críticos que impactaban en productividad y experiencia del cliente. Esto incluyó:

  • Estandarizar y simplificar antes de aplicar tecnología.
  • Eliminar duplicidades, pasos manuales y cuellos de botella.
  • Aplicar metodologías ágiles y de mejora continua para asegurar eficiencia.

Capacitar y empoderar a las personas.

  • Evaluar las competencias digitales de los equipos de trabajo.
  • Implementar programas de formación en habilidades digitales, datos e innovación.
  • Asegurarse de que cada colaborador entendiera cómo su rol se transformaba con la digitalización.
  • Crear embajadores digitales dentro de la organización para acompañar el cambio.

Fomentar la cultura digital.

  • Comunicar de forma transparente el “para qué” de la transformación.
  • Impulsar la colaboración, la innovación y la tolerancia al error.
  • Reconocer y premiar la adopción de nuevas herramientas y formas de trabajo.
  • Crear una cultura basada en datos y en la toma de decisiones informadas.

Elegir herramientas tecnológicas al servicio de la estrategia digital.

  • Seleccionar soluciones escalables y compatibles con los objetivos del negocio.
  • Priorizar plataformas que integren datos y procesos en tiempo real.
  • Garantizar seguridad, privacidad y cumplimiento normativo.
  • Adoptar tecnologías de manera gradual, probando pilotos antes de escalar.

Ejecución ágil y medible.

  • Definir KPIs claros para evaluar avances y resultados.
  • Implementar proyectos piloto en áreas clave y ajustar sobre la marcha.
  • Escalar lo que funcionara y aprender de lo que no.

Sostenibilidad y evolución continua. La transformación digital no tenía un punto final, por lo que fue necesario mantener una mentalidad de mejora continua.

Esto implicó revisar periódicamente procesos, cultura y herramientas, así como estar atentos a nuevas tendencias tecnológicas.

Sin duda, la transformación digital no se trató de perseguir la última moda tecnológica, sino de alinear las herramientas al core del negocio.

Las empresas que avanzaron con pasos claros, medibles y humanos, lograron cambios profundos y sostenibles.

De esta manera, la digitalización fue un camino, no un destino final. Las tecnologías seguirían evolucionando, pero lo esencial fue que cada decisión digital acercara a la organización a ser más competitiva, ágil y relevante en su industria.

En la era de la transformación digital, el diferenciador no estuvo en la herramienta tecnológica, sino en la visión del líder que supo cómo, cuándo y por qué adoptarla.

Y ahí estuvo el verdadero reto del CEO moderno: liderar la transformación digital sin humo, con propósito y con resultados tangibles.

Oswaldo López
Oswaldo López
CEO de Dynamicore.
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