En un contexto donde los precios de la energía continúan al alza, la Gestión de la Energía y la adopción de medidas de eficiencia energética se han vuelto no solo urgentes, sino también estratégicas para mejorar la competitividad empresarial.
Esto va más allá de las obligaciones impuestas por la Ley 21.305 de Eficiencia Energética, que exige a las empresas de mayor consumo implementar Sistemas de Gestión de Energía.
En este ámbito, surgen dos preguntas clave que suelen hacerse quienes lideran las políticas energéticas dentro de las organizaciones: ¿Cuál es el potencial de eficiencia energética de mi empresa? y ¿Cuánto puedo mejorar?
Afortunadamente, estas preguntas tienen respuestas tanto cualitativas como cuantitativas.
Para identificar el potencial de eficiencia energética, es útil examinar los principales pilares de una correcta Gestión de la Energía.
La ausencia de estas prácticas revela un significativo margen de mejora. Algunas de estas prácticas incluyen conocer de forma precisa cómo se consume la energía y las variables que influyen en dicho consumo (medición y análisis).
Implementar un sistema de seguimiento de los principales KPIs con acciones correctivas ante desviaciones. Incorporar la eficiencia energética en el diseño de proyectos desde sus etapas iniciales.
Mantener un control efectivo sobre la operación y el mantenimiento con un enfoque en la eficiencia de los procesos.
Buscar periódicamente nuevas iniciativas de ahorro energético y hacer un correcto seguimiento de los ahorros obtenidos.
Si una empresa no cuenta con estos elementos, su oportunidad de mejora es considerable.
Respecto a la segunda pregunta, “¿Cuánto es mi potencial de mejora?”, la experiencia global ofrece un valioso referente.
Desde 2016, 23 organizaciones chilenas han sido reconocidas en los Energy Management Leadership Awards del Clean Energy Ministerial, que destaca casos exitosos de ahorro energético en empresas que han implementado Sistemas de Gestión de Energía bajo la norma ISO 50001.
Estas organizaciones han logrado, en promedio, una mejora del 5,01% anual en su desempeño energético, con un ahorro acumulado de 131 GWh al año.
Es crucial que las empresas comprendan que la eficiencia energética no es solo una responsabilidad ambiental. También representa una oportunidad clave para reducir costos, mejorar su competitividad y reforzar su compromiso con la sostenibilidad a largo plazo.