En los últimos meses, diversas instituciones bancarias han estado en el centro de la polémica tras ser señaladas por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, a través de la Red de Control de Delitos Financieros (FinCEN), por su presunta participación en operaciones de lavado de dinero vinculadas a organizaciones criminales.
Estas acusaciones podrían tener repercusiones graves en el sistema financiero de los países involucrados y representan una amenaza persistente para la estabilidad económica y social de América Latina.
Los países de esta región que experimentan altos niveles de corrupción pueden convertirse en lugares ideales para el lavado de activos procedentes de actividades delictivas.
Según estimaciones, en Latinoamérica se blanquean aproximadamente u$s 400.000.000.000 cada año, ya sea por evasión fiscal, narcotráfico, trata de personas, empresas fantasma, corrupción y el uso ilícito del secreto bancario.
Josué Martínez, global advisor de BioCatch para LATAM, destaca que el narcotráfico es uno de los principales motores del lavado de activos en Latinoamérica.
De acuerdo con la encuesta global de BioCatch, La economía informal: “Una mirada a lo invisible: Perspectivas acerca de la evolución de los desafíos para combatir el fraude y el blanqueo de capitales”, el experto resalta que el 78% de los profesionales que trabaja en la gestión del fraude indica que las organizaciones criminales cuentan con mayor sofisticación a la hora de blanquear capitales, mientras que las entidades financieras están un paso atrás en su detección.
Por otro lado, el 83% indica que existe un vínculo entre el fraude y las actividades ilegales, como la trata de seres humanos, el terrorismo y el tráfico de drogas.
De manera concreta, el asesor destaca que países en Latinoamérica siguen siendo puntos claves para el tráfico de drogas, y las organizaciones criminales que operan en estas naciones están involucradas en actividades de lavado de dinero.
“América Latina enfrenta enormes desafíos para frenar la delincuencia financiera, entre los principales obstáculos identificados se encuentran: 1) Debilidades institucionales y regulatorias; 2) Corrupción e infiltración del crimen organizado; 3) Complejidad tecnológica y volumen de datos; 4) Economías informales y uso de efectivo, y 5) Cooperación limitada”.
A medida que los métodos de los delincuentes se vuelven más sofisticados, los países de la región deberán implementar medidas más rigurosas y colaborativas para frenar esta actividad ilícita.
Según el estudio antes mencionado de BioCatch, las entidades financieras en Latinoamérica creen que están ganando la guerra contra los delitos financieros, pero el 74% indica que los intentos de fraude han aumentado en su entidad durante el último año, mientras que las pérdidas anuales debido al fraude (54%) siguen creciendo.
Biometría conductual, esencial contra el lavado de dinero
En Latinoamérica, algunos de los delitos financieros emergentes involucran el uso de criptomonedas y finanzas descentralizadas, esquemas con sociedades fantasma, adquisiciones de bienes y artículos de lujo, juegos de azar y plataformas en línea para el intercambio de activos.
La Biometría conductual puede ser una herramienta clave para la prevención y detección en todos estos ámbitos.
Esta innovadora tecnología permite identificar patrones sospechosos en las transacciones, lo que facilita el análisis y la investigación oportuna de distintos delitos precedentes.
Asimismo, incorpora mecanismos robustos de cumplimiento normativo, auditoría y control, operando bajo los más altos estándares internacionales de calidad.
También realiza una evaluación de riesgo previa a cada transacción, identificando vínculos entre beneficiarios comunes en distintas cuentas.
En particular, las entidades financieras a nivel mundial que han invertido en un análisis a través de Biometría conductual para la detección de delitos financieros tienen, en promedio, menos probabilidades (46%) de perder sumas de u$s 10.000.000 o más al año por fraude, en comparación con aquellas que no han invertido en esta tecnología (51%), según el estudio de BioCatch.
Este hallazgo demuestra el poder del análisis basado en la biometría conductual para detectar y combatir los delitos financieros.
Martínez señaló que la incorporación de la biometría conductual (inteligencia basada en el comportamiento y en los dispositivos) (como la actividad del teclado y el ratón, el uso de pantallas táctiles y las características físicas de los dispositivos, entre otros) permitirá a las organizaciones identificar patrones de conducta humana y diferenciar entre actividades legítimas y delictivas.
“El principal beneficio de la biometría conductual es que opera de forma pasiva en segundo plano durante una sesión web o móvil, monitoreando miles de parámetros, como la forma en que una persona sostiene el teléfono o se desplaza y alterna entre campos. Esto permite minimizar la fricción en la experiencia del usuario”, explicó el especialista.
Es importante destacar que la implementación de una estrategia inteligente y avanzada para combatir los delitos financieros y el fraude no solo resulta eficaz en estos frentes, sino que también contribuye a mitigar y reducir otros costos externos, como las sanciones impuestas por los organismos reguladores.
De acuerdo con la encuesta global sobre la economía informal realizada por BioCatch, el 89% de los participantes en el mundo considera que el combate efectivo contra el blanqueo de capitales a gran escala requiere una mayor intervención regulatoria.
Además, tres de cada cuatro encuestados señalaron que el valor medio de las sanciones financieras impuestas a sus organizaciones por delitos financieros fue igual o superior a u$s 5.000.000 anuales.
El 47% reportó haber pagado más de u$s 10.000.000 al año en sanciones, y un 23% afirmó que dichas multas superaron los u$s 25.000.000 anuales.
Finalmente, Martínez destacó que la colaboración entre instituciones financieras y el intercambio de datos son fundamentales para fortalecer la defensa contra los delitos financieros.
Iniciativas como las redes interbancarias de BioCatch, recientemente lanzadas en Australia y Argentina, permiten compartir inteligencia en tiempo real y detectar esquemas complejos de lavado de dinero, como las redes de cuentas mula.
Aunque aún se encuentran en una etapa inicial, estos esfuerzos prometen mejorar significativamente la capacidad del sector bancario para identificar y frenar el flujo ilícito de fondos, especialmente a medida que más entidades se sumen a estas redes de cooperación.