miércoles, mayo 14, 2025

El lado invisible de emprender

En esta columna de opinión, expongo la cara menos visible del camino emprendedor: el esfuerzo emocional, la soledad y la necesidad de autocuidado para sostener la evolución personal y profesional.

Emprender suele comenzar con entusiasmo, ideas frescas y una energía arrolladora. En esa etapa inicial todo parece posible: el proyecto entusiasma, la motivación desborda y la intuición marca el ritmo.

Pero a medida que la idea se convierte en realidad y se instala la rutina, aparece también la otra cara: el esfuerzo sostenido, las dudas, el estrés y la incertidumbre. Es el lado invisible de emprender.

Es común encontrarse con imprevistos que exigen decisiones urgentes, momentos de soledad ante elecciones difíciles y una sensación constante de estar pisando terreno inestable. La adrenalina inicial, muchas veces, se transforma en presión diaria.

A eso se suma una carga emocional inesperada. Emprender no es solo ejecutar un plan de negocio; es sostener expectativas, responder ante clientes, socios, equipos, familia, y también ante una misma.

La autoexigencia interna puede motivar, pero también desgastar.

Las redes sociales muestran lanzamientos, logros y agendas llenas, pero detrás de cada ‘gran anuncio’ hay cientos de horas de trabajo silencioso.

Esa narrativa del éxito —filtrada, editada— omite lo más humano del proceso y genera una presión adicional: la de sentirse siempre en deuda con una productividad idealizada.

Emprender es exponerse

Cuando el proyecto está tan ligado a la identidad personal, cada logro y cada traspié se sienten en carne propia. No hay una separación clara entre la persona y el negocio, lo que vuelve más intensas emociones como el orgullo, el miedo y la vulnerabilidad.

Aprender a gestionar ese caos es un proceso. Con el tiempo, muchas emprendedoras descubren el valor de establecer límites, encontrar equilibrio y practicar el autocuidado.

A veces basta con caminar, otras con apagar el celular antes de dormir o simplemente conversar con alguien que comprenda el peso emocional del camino.

La importancia de no hacerlo sola

También se aprende que no hace falta cargar todo sola. Rodearse bien —de mentores, colegas, redes sinceras— marca una diferencia enorme. Hablar de lo que ocurre más allá de los resultados visibles es parte del verdadero sostén.

Mientras tanto, también hay una transformación interna. El negocio puede crecer, pero lo más profundo es que la emprendedora evoluciona: aprende a confiar en su intuición, a navegar los altibajos, a resignificar los fracasos y a celebrar esas pequeñas victorias que nadie ve, pero que sostienen todo lo demás.

Emprender también es cuidarse

Emprender no es solo crear algo nuevo. Es construir una forma propia de habitar el trabajo. Una identidad que se fortalece con cada desafío. Y en ese proceso, el cuidado personal deja de ser un lujo para convertirse en una necesidad.

La sostenibilidad no se limita al modelo de negocio. La verdadera sostenibilidad empieza por quien lo lidera.

Mariela Navazo
Mariela Navazo
Lic. en Comercialización y directora de MKT Activa.
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