En la última década, la industria fintech ha experimentado un crecimiento exponencial en América Latina. Argentina no se mantiene al margen de esta tendencia.
Muestra de ello, el reciente informe Finnovista Fintech Radar Argentina 2024, desarrollado en alianza con Mastercard y Galileo Financial Technologies, arrojó una tasa de crecimiento del 11,7% del ecosistema Fintech respecto al año pasado.
A diferencia de la banca tradicional, el sector fintech tiende a ser más ágil y centrado en el usuario y, en ocasiones, con una infraestructura física más flexible. Esto le permite lanzar nuevas funciones y productos de manera más rápida.
Sumado a ello, las empresas que forman parte de este ecosistema suelen no tener sucursales bancarias.
Las Fintech pueden operar con costos más bajos y están focalizadas en áreas de servicio específicas como pagos, créditos o finanzas personales, lo que las vuelve más especializadas.
Contrariamente, la banca tradicional sigue modelos más conservadores, una infraestructura tecnológica más compleja y rígida heredada de sistemas más antiguos.
Los gastos de infraestructura y personal suelen ser más altos y, al ofrecer una gama completa de productos financieros (cuentas, préstamos, inversiones, seguros, etc.), requieren de operaciones más complejas.
Desde el punto de vista de los desafíos, por mucho tiempo el foco de atención estuvo puesto en aspectos vinculados a la regulación y cómo lograr una mayor inclusión y acceso para todos.
Mientras parece estar allanándose en gran parte ese camino, se vuelve imperioso poner la mirada en cuestiones que tienen que ver con la seguridad.
La industria fintech enfrenta desafíos como la protección de datos sensibles de los usuarios, la prevención de fraudes, verificación de identidad y el resguardo de las transacciones digitales.
“A medida que crece el volumen de operaciones en línea, las fintech deben protegerse contra amenazas avanzadas como el phishing, ransomware, ataques de denegación de servicio y vulnerabilidades en aplicaciones”, expone Néstor Markowicz, COO de CertiSur.
“La rápida evolución tecnológica y el aumento en la sofisticación de los ataques exigen soluciones proactivas, volviendo fundamental la capacitación de los usuarios para evitar caer en engaños”, agregó.
En este sentido, si bien Argentina ha avanzado en aspectos como la protección de datos personales, prevención de lavado de activos y normativas para gestión de riesgos de ciberseguridad, la regulación sigue siendo un punto complejo sobre el cual hay que continuar trabajando.
“La regulación actual impone ciertas normas de ciberseguridad, pero no siempre cubre las amenazas emergentes ni se adapta a la rapidez con la que las fintech adoptan nuevas tecnologías”, sentenció Markowicz.
“Frente a esto, es necesario promover estándares mínimos de operación, crear marcos regulatorios más dinámicos y específicos, diseñados para abarcar tanto a bancos como a fintech, considerando sus diferencias operativas”, concluyó.