En Chile, donde la población envejece y las habilidades tecnológicas son cada vez más demandadas, integrar a personas seniors en este nuevo entorno digital es una necesidad, no una opción.
En este sentido, el e-learning es una herramienta fundamental para romper las barreras, derribar prejuicios y brindar a todos la oportunidad de aprender y contribuir, sin importar su edad.
Muchos reclutadores y organizaciones asumen que las generaciones maduras aprenden más lento o no logran adaptarse con facilidad a la tecnología. Y, a menudo, esas creencias limitan tanto a las empresas como a los mismos trabajadores, que pueden comenzar a dudar de su propio potencial.
La solución no es complicada, pero sí requiere compromiso: necesitamos estrategias de aprendizaje adaptadas y flexibles que permitan a todos mantenerse al día y sentirse valorados. Entonces, ¿cómo podemos avanzar hacia un entorno laboral que aproveche lo mejor de cada generación?
El envejecimiento de la población es una realidad que afecta tanto a Chile como al mundo. Según la OMS, el número de personas de 80 años o más se triplicará entre 2020 y 2050, alcanzando los 426 millones a nivel global.
En este contexto, no integrar al talento senior es una pérdida significativa para las organizaciones.
Estos empleados cuentan con madurez en la resolución de problemas y la capacidad de guiar a los más jóvenes, fomentando una cultura de aprendizaje y colaboración intergeneracional que enriquece a las empresas y a la sociedad en su conjunto.
A lo largo de los años, he visto cómo el aprendizaje digital no solo brinda habilidades, sino también la confianza para enfrentar nuevos desafíos.
Creo que cuando un equipo reúne distintas generaciones, su valor se multiplica, y que la tecnología debe ser la herramienta que facilite esta integración.
Al final del día, el e-learning es más que una herramienta de aprendizaje; es una estrategia para construir una cultura laboral inclusiva y resiliente.
Porque la verdadera innovación ocurre cuando combinamos experiencia con nuevas ideas, y el aprendizaje no tiene edad; solo necesita la oportunidad de florecer.